María
Jorge Isaacs
Leer la novela María de Jorge
Isaac fue una experiencia muy gratificante pues aunque la había leído en mi
época de colegiala, cuando era adolescente, encontré en ella cosas nuevas (lo
que siempre ocurre cuando se vuelve a leer algo o a escuchar una pieza musical)
y la leí con los ojos que tengo en esta
etapa de mi vida cuando ya he vivido muchas de las experiencias vitales que he ido acumulando en mi caminar
por la vida y por varios lugares.
María es una de las novelas más
representativas del llamado Romanticismo y también del Costumbrismo.
Me situé en el contexto de la
época en que Isaacs escribió María y me deleité con las descripciones de las
costumbres en casa de la familia de Efraín,
la finura de los modales, el trato amable y respetuoso entre ellos y hacia los
padres; así como el trato amable para con los sirvientes (palabra que no me
gusta mucho, pero en esa época era la usual); el pudor y recato en la forma de
vestir de las mujeres, la riqueza del lenguaje no verbal (miradas, silencios, corporalidad,
uso de las flores) y una sensualidad ligeramente manifiesta en el lenguaje no
verbal.
La relación amorosa entre Efraín
y María me llevó a hacer conexiones con muchos aspectos de la educación
sentimental y con la forma como han venido
cambiando estas relaciones. El papel de la mujer, dedicada a las labores de
bordado y una actitud de sumisión frente
al hombre. Sentí nostalgia porque prácticamente desparecieron las cartas de
amor desde que se empezaron a usar los correos electrónicos. Era delicioso
asomarme a la puerta o a la ventana de mi casa cuando llegaba el cartero y yo
esperaba que viniera alguna carta para mí. Ahora, por lo general solo me llegan
folletos de propaganda y facturas. También esto me llevó a pensar en
que hoy en día muchos profesionales no saben ni siquiera escribir correctamente
y mucho menos una carta. El uso del “blackberry” y “twitter” ha llevado a que la gente escriba
en forma mucho más reducida que los telegramas y éstos también han desparecido,
aunque las direcciones de internet en algo se pueden parecer a las firmas
telegráficas que se usaban. El tiempo que transcurría entre la carta que se
enviaba y su respuesta hacía que la vida tuviera unas esperas llenas de
emociones expectantes. Ahora todo ocurre simultáneamente y la velocidad es
impactante. Creo que “el lenguaje crea la realidad” (como lo afirmó el gran
Ludwig Wittgenstein) y por eso la riqueza de nuestro mundo corresponde a la riqueza
de nuestro lenguaje. La pobreza léxica
de tantas personas me explica a mí la estrechez de sus miradas y la pobreza de
sus mundos.
Me encantaron las descripciones
de escenas de caza (la del tigre es maravillosa), aún cuando no me gusta el
exterminio de muchos animales por la
caza. Las descripciones detalladas de
los matrimonios, de los viajes de Efraín
y en especial el del regreso de Londres cuando le avisaron que María estaba muy
enferma son excelentes. Sufrí con él las
peripecias para poder llegar y sentí angustia de que pasaban los días y él no llegaba aún a Cali.
El relato de la historia de Nay (Feliciana) y Sinar me gustó mucho y
es esa otra voz (en esta caso la del África negra) que siempre aparece en una
historia, como afirma el gran filósofo y músico palestino Edward Said. Otra
cosa que me gustó fue la descripción de las relaciones comerciales de
la época, en donde el “trueque” era muy común. La descripción de la naturaleza
y del paisaje del Valle del Cauca es majestuosa.
Algo que también me llamó la
atención por lo extraño que sería hoy en día, es la forma que utiliza Isaacs de
escribir posponiendo el pronombre (púsele, servíamos, etc..). Su riqueza léxica
es enorme y la utilización de términos y expresiones que ya no se escuchan es
sorprendente. Me ayudó mucho el diccionario que trae el libro al final.
Finalmente, leer María fue para mí
sumergirme en un mundo de sensualidad, de paz, en otra realidad muy distinta de
la cotidiana en nuestro país. Quedo profundamente conmovida con la maestría de
Jorge Isaac y me parece muy afortunado que le hayan hecho el homenaje de
colocarlo en el billete de 50 mil pesos.
Me quedo con la pregunta ¿qué sentido
tendría para un joven de hoy, leer María?
Acompaño estos comentarios de
unas fotos de Jorge Isaacs, de la hacienda El Paraíso y del monumento a Isaacs
en Cali.
Sara Inés Gómez B.
No hay comentarios:
Publicar un comentario