martes, 11 de septiembre de 2012

MARÍA POR SARA INÉS GÓMEZ


María
Jorge Isaacs

Leer la novela María de Jorge Isaac fue una experiencia muy gratificante pues aunque la había leído en mi época de colegiala, cuando era adolescente, encontré en ella cosas nuevas (lo que siempre ocurre cuando se vuelve a leer algo o a escuchar una pieza musical) y la leí  con los ojos que tengo en esta etapa de mi vida cuando ya he vivido muchas de las experiencias  vitales que he ido acumulando en mi caminar por la vida y por varios lugares.
María es una de las novelas más representativas del llamado Romanticismo y también del Costumbrismo.
Me situé en el contexto de la época en que Isaacs escribió María y me deleité con las descripciones de las costumbres en casa de la familia de  Efraín, la finura de los modales, el trato amable y respetuoso entre ellos y hacia los padres; así como el trato amable para con los sirvientes (palabra que no me gusta mucho, pero en esa época era la usual); el pudor y recato en la forma de vestir de las mujeres, la riqueza del lenguaje no verbal (miradas, silencios, corporalidad, uso de las flores) y una sensualidad ligeramente manifiesta en el lenguaje no verbal.
La relación amorosa entre Efraín y María me llevó a hacer conexiones con muchos aspectos de la educación sentimental  y con la forma como han venido cambiando estas relaciones. El papel de la mujer, dedicada a las labores de bordado y una actitud de sumisión  frente al hombre. Sentí nostalgia porque prácticamente desparecieron las cartas de amor desde que se empezaron a usar los correos electrónicos. Era delicioso asomarme a la puerta o a la ventana de mi casa cuando llegaba el cartero y yo esperaba que viniera alguna carta para mí. Ahora, por lo general solo me llegan folletos de  propaganda y  facturas. También esto me llevó a pensar en que hoy en día muchos profesionales no saben ni siquiera escribir correctamente y mucho menos una carta. El uso del “blackberry” y  “twitter” ha llevado a que la gente escriba en forma mucho más reducida que los telegramas y éstos también han desparecido, aunque las direcciones de internet en algo se pueden parecer a las firmas telegráficas que se usaban. El tiempo que transcurría entre la carta que se enviaba y su respuesta hacía que la vida tuviera unas esperas llenas de emociones expectantes. Ahora todo ocurre simultáneamente y la velocidad es impactante. Creo que “el lenguaje crea la realidad” (como lo afirmó el gran Ludwig Wittgenstein) y por eso la riqueza de nuestro mundo corresponde a la riqueza de nuestro lenguaje.  La pobreza léxica de tantas personas me explica a mí la estrechez de sus miradas y la pobreza de sus mundos.
Me encantaron las descripciones de escenas de caza (la del tigre es maravillosa), aún cuando no me gusta el exterminio de muchos  animales por la caza. Las descripciones detalladas  de los matrimonios, de  los viajes de Efraín y en especial el del regreso de Londres cuando le avisaron que María estaba muy enferma son excelentes. Sufrí  con él las peripecias para poder llegar y sentí angustia de que  pasaban los días y él no llegaba aún  a Cali.
El relato de la historia  de Nay (Feliciana) y Sinar me gustó mucho y es esa otra voz (en esta caso la del África negra) que siempre aparece en una historia, como afirma el gran filósofo y músico palestino Edward Said. Otra cosa que  me gustó fue la  descripción de las relaciones comerciales de la época, en donde el “trueque” era muy común. La descripción de la naturaleza y del paisaje del Valle del Cauca es majestuosa.
Algo que también me llamó la atención por lo extraño que sería hoy en día, es la forma que utiliza Isaacs de escribir posponiendo el pronombre (púsele, servíamos, etc..). Su riqueza léxica es enorme y la utilización de términos y expresiones que ya no se escuchan es sorprendente. Me ayudó mucho el diccionario que trae el libro al final.
Finalmente, leer María fue para mí sumergirme en un mundo de sensualidad, de paz, en otra realidad muy distinta de la cotidiana en nuestro país. Quedo profundamente conmovida con la maestría de Jorge Isaac y me parece muy afortunado que le hayan hecho el homenaje de colocarlo en el billete de 50 mil pesos.
Me quedo con la pregunta ¿qué sentido tendría para un joven de hoy, leer María?
Acompaño estos comentarios de unas fotos de Jorge Isaacs, de la hacienda El Paraíso y del monumento a Isaacs en Cali.

Sara Inés Gómez B.





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