LA
NIÑA GENEROSA
Pedro Nel Niño Mogollón
Es noviembre pero parece diciembre. La
plaza está decorada con frutas gigantes de material reciclable, de luces
intermitentes de variados colores que dan al lugar un ambiente de fiesta e
invitan a los transeúntes a sentarse.
Las
pocas bancas que hay en el centro de la plaza se encuentran ocupadas, de tal manera que a la
gente le toca ir de un lado a otro hasta que alguna silla quede vacía. Los
vendedores de helados estacionan sus carritos justamente junto a la escultura
de un helado gigantesco, también de material reciclable.
La familia cómodamente sentada disfruta
alegremente: el padre, chupa ansioso una paleta de chocolate; la madre, saborea
su cassata de vainilla, el niño lame el vasito de helado con leche condensada y
la niña taja y come lentamente el tentador
brownie cargado con trocitos de hielo
dulce.
Marco,
el anciano, viene arrastrando los pies. Se detiene atemorizado a unos pasos de
Sandy, la niña, porque previamente recibe varias veces el rechazo de algunos
visitantes y hasta se le trata como a un animal callejero:
“¡Chite, viejo sucio, quite de ahí, chite!:”
Sandy
lo mira detenidamente con sus hermosos ojos azules, le sonríe con la blanca
persiana de los dientes en su boca y con la mano derecha lo invita con cariño a
sentarse a su lado. Se podría decir que si en verdad los ángeles del cielo
bajan algunas veces a la Tierra, ella era uno de éstos.
Mientras
Marco se acerca, la niña alista un pedazo de su helado en la cucharita y
enseguida lo alarga con ternura al mendigo.
Ante el asombro de sus padres, Sandy espera
que el anciano coma y, luego de recibir nuevamente la cucharilla, la deja
completamente limpia con su lengua.
Obra Finalista en el I Certamen Mundial Excelencia
Literaria - Literary Edition MP USA-2015 - Narración Breve
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