ELIZABETH
Elizabeth Harker Peralta, hija de Bucaramanga, nacida en un hogar que aparece relievado, en forma consecuente con los vocablos que acreditan su estirpe, descubre su clara vocación a la pintura y, en su diario, palpitar en el arte del pincel y la espátula, con su vivacidad emocional y su equilibrio en las formas, logra entregarnos un lenguaje universal de emociones intercomunicadas por medio de líneas, sombras, colores, e imágenes preclaras de su propia existencia.
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