"En sus fotos", dice Carlos Fuentes,
“es como si Rulfo se asomase fuera
de las tumbas de Comala
para descubrir la luminosidad de las sombras”
Cuando Juan Rulfo llegó a la fotografía, existía ya en
México una larga tradición. Conoció el trabajo de un grupo de fotógrafos y
probablemente estuvo en contacto con las imágenes de Edward Weston y Tina
Modotti. Reunió una colección importante de libros de fotografía, y se ocupó de
cultivar la amistad de fotógrafos como Antonio Reynoso y Gabriel Figueroa.
Además de cultura fotográfica, tenía buen conocimiento de la técnica y llegó
incluso a instalar un pequeño cuarto oscuro.
Para él, la fotografía fue una pasión; mantuvo con ella la
misma relación de fidelidad que con la literatura. No se consideró un escritor
profesional. Con la fotografía le sucedió lo mismo, nunca se asumió como un
profesional de la cámara. Los años de producción fotográfica (1940-1958) coinciden
con los de creación literaria. Sin duda, aquellos fueron años de gran
intensidad. Literatura y fotografía fueron los lenguajes de que se valió Rulfo
para construir esa realidad.
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